Entrantes:
The Big Bang Theory
Conocer a otra persona es un acontecimiento, una aventura, donde se pueden dar
diversas variantes.
Estas cambian según las personalidades de cada cual y, sin duda, según las
necesidades que demanda el vacío del corazón, sus magulladuras, ese lugar en el
que solo se puede entrar de puntillas.
A veces a la gente le unen aficiones comunes, o proyectos, o necesidades, o
heridas.
Sea como fuere, cuando se empieza a hilvanar una relación entre dos personas,
el pasado está ahí, influyendo en mayor o menor medida en el presente. Se
pueden tener pensamientos opuestos, como un "¡hala, me llevo muy bien con
esta persona. ¡Guay!", hasta un "una retirada a tiempo es mejor que
salir herido". Pero quedarse ahí, sin más, no es solo un caso de cobardía:
también lo es de quererse poco.
Primer plato:
Homeland
Llega el momento en el que uno y otro, con un trasfondo real o bien con unas
ideas preconcebidas, consideran que han llegado "a casa". Es quizá el
momento más delicado, pues aquí es donde se pone en juego la relación que haya
en ese momento.
"Llegar a casa", echar el ancla en el suelo estable que Dios nos
prepara, precisa tener a alguien que, en caso necesario, tire de la cuerda que
tenemos atada alrededor de la cintura para que siempre podamos volver a la nave
nodriza.
Para poder llegar a una amistad sana es necesario conocerse uno mismo (sus propios miedos, sus virtudes, por dónde cojea uno...) y no asustarse de que la
proximidad de alguien nos ponga en guardia o nos active mecanismos de defensa
de lo más variopinto: ¡Es lo normal!
Pero para atreverse a mostrar las heridas es absolutamente necesario
conocerlas y saberlas distinguir. No basta con "saber" -haberlo
racionalizado-, sino también con tener un conocimiento empírico de la herida,
ante la cual es imprescindible "saber no asustarse" si esta se pone
en pie. Y saber abrazarla con amor y dejar (¡o incluso pedirlo!) que te abrace
el amigo, sin condiciones, sin comparar heridas; con gratuidad.
Una herida no es ni más ni menos profunda que otra. E incluso la misma herida
puede doler diferente en una persona u otra.
Es el momento de ir quitándole vaho a los cristales. Es el momento de la
verdad, no una verdad pura y dura, descarnada, sino de permitir que vean, poco
a poco, con naturalidad, el yo verdadero, que (ya lo he dicho) no está
exento de heridas.
Segundo plato:
Juego de tronos
Si
alguno de los anteriores aspectos -entre otros muchos, pero aquí me voy a
centrar solo en unos pocos- no se dieran, puede desequilibrarse la balanza de
la amistad. Puede perder la razón de ser.
A veces compararemos y nos quejaremos de "no recibir" lo que damos, o
de no querer dar el brazo a torcer (no ceder) para que la amistad pueda seguir
existiendo.
Si se entra en una dinámica de "exponer", "no explicar" y
"exigir", es decir, si se intenta (con o sin intención) que el otro
se adapte sin condiciones (y "sin condiciones" ya es una
"condición") a la manera de ser uno ("yo soy así; es simple: lo
tomas o lo dejas"), el equilibrio se rompe.
Dos personas que son amigas se encuentran en un punto más o menos intermedio
entre ambos. Ninguna está por encima de la otra. A partir de ahí se negocia,
pues a veces será uno el que necesite que le echen un cable y otras el
otro.
En el submundo gay es muy frecuente que uno de los dos quiera asumir un papel
que produce un desequilibrio. Un rol de "el más herido", el que
necesita que estén por él (esto es algo de lo que no debemos extrañarnos, pero
no puede ser una constante), el que no hace suyo el dolor del otro y, por ello,
compara. Y también pueden surgir las desconfianzas.
Llegados a este punto, si no se pueden solventar las diferencias, lo mejor es
dejarlo correr. ¿Cuánto? O el interés se demuestra de manera recíproca o todo
será agua pasada, una oportunidad desperdiciada para poder ir adelante, para
sanar. Será un fracaso.
Ni siquiera podemos hablar de una relación amor-odio, sino de miedo: a
mostrarse, a quererse, a fiarse; en definitiva, a amarse a sí mismo.
¿Cuántas veces una relación entre dos hombres heridos se ha llamado
"amistad" demasiado pronto, sin una base real? ¿Y cuántas veces se
"deja estar" esa relación por un tiempo, como si el tiempo curase lo
no hablado, lo escondido, las llagas?
Postre:
Sucesor designado
Una
vez liquidada esa relación y superado el "tiempo de duelo" durante el
cual cada uno se pone en un lugar a salvo (en la zona de confort donde nadie
ni nada le puede llegar a alcanzar porque ese "uno" está muy escondido, donde
nadie puede dañarle porque va por la vida con los sentimientos anestesiados),
se buscará un sucesor, "el siguiente", esperando que el nuevo
conocido no sepa de las fragilidades, donde no haya que arriesgar, donde uno no
sea más que uno más entre muchos.
Y llegados a este punto, todo se irá repitiendo en bucle.
Y este bucle, este círculo vicioso, solo se solucionará si en una de estas
relaciones se arriesga sabiendo que hay un brazo que nos va a sostener y no nos
va a dejar caer.